lunes, 29 de noviembre de 2010

¿Te lo puedes creer?

Si hay algo de lo que podamos dudar, sin lugar a dudas es de las creencias.

Una de las facetas del ser humano que más han abordado los filósofos y los científicos ha sido la relación entre el hombre y la percepción de su entorno y su vivencia, entrando en campos tan complicados como la representación de la realidad, la validez de la información captada por los sentidos, la interpretación de dicha información y las reacciones a dichas interpretaciones.

A estas alturas (de la historia) todavía andamos a vueltas con esto, teniendo cada más información pero sin conclusiones definitivas. En tanto esto ocurre, la mayoría de la humanidad de por bueno lo que otros humanos dicen haber interpretado, ya sea en tiempos pretéritos, ya sea en tiempos actuales. Son los conocidos como profetas, enviados divinos, iluminados, líderes tocados por la verdad, etc.

Las creencias, en el ámbito individual de cada persona, es un complejo sistema de ideas fijas, que apuntala a la persona en lo que a la interpretación de la realidad se refiere. Sirven para ser usadas de varemos o para resolver dudas o problemas si estos se plantean.

Estas las vamos coleccionando y reforzando desde nuestra tierna infancia y nunca dejamos de hacerlo.

Si nos damos cuenta, es un sistema básico para aprender, de tal forma que todo aquello que nos llega (experiencias, información, conceptos), y no rechazamos, pasa a formar parte de nuestra colección.

Hay de muchos tipos, pero básicamente se pueden segregar en dos categorías: las que nos ayudan en nuestro desarrollo como personas felices y plenas, y las que nos dificultan dicho desarrollo.

Cuando llegaron a nosotros entraron por dos frentes: uno es nuestro propio sistema de interpretación de lo percibido, el otro, lo que nos han dicho y que hemos aceptado como tal.

Empezare por el segundo. En este sistema de recolección de creencias, existen otras dos subcategorías, las creencias probables y las creencias improbables. Las probables, son aquellas que, como dice la propia expresión, se pueden probar por métodos científicos, y cuyo sistema de validación es, a su vez, verificable. Las improbables, son a su vez todo lo contrario, no son verificables en ningún caso, y solo se pueden mantener como tales en base a lo que llamamos “fe”. Lo más curioso es que esta última subcategoría genera creencias, en base a otras creencias, igualmente indemostrables. Y así hasta el infinito.

Pero eso no es todo, pues muchas de las creencias que entran por nuestro propio sistema de lo percibido, son interpretadas por creencias indemostrables, que van formando en nuestro sistema interno, un amasijo complicado de seudo-verdades por las cuales nos regimos y, en correspondencia, actuamos.


Limpiar y actualizar ese sistema de creencias, es una tarea necesaria sin la cual las personas no pueden crecer. Aunque bien pensado, esta afirmación es una creencia.

¿Te lo puedes creer?