jueves, 30 de diciembre de 2010

Transmutar

He leído por ahí que transmutar se conoce como "El arte de transformar o cambiar de naturaleza, forma, estado o sustancia algo de poco valor hacia algo de mayor valor".

Me viene al pelo esta definición porque este artículo viene a anunciar la transmutación de Asesorvital, en una nueva marca y empresa, oxCoaching, en la que no voy a estar solo, sino en buena compañía, iniciando una nueva aventura profesional.

Curiosamente, me acabo de dar cuenta, que he renunciado a utilizar el termino "cambiar", del cual soy un ferviente defensor. Bueno, voy a ser condescendiente conmigo mismo y me excusaré diciendo que lo de "transmutar" me ha gustado, me ha sonado con más empaque y proyección.

Realmente estamos hablando de lo mismo. Ya dije anteriormente, en alguno de mis artículos, que cambiar solo se entiende si es "a mejor". Lo otro se llama decadencia, que es cuando se cambia hacía peor, como consecuencia de no hacer nada, o hacer lo justo para no evolucionar.

La evolución es una fuerza constante que se da en todas las cosas. En las tangibles ya se expresa como un axioma científico que declara que la materia no se crea ni se destruye, solo se transforma. En las intangibles -las ideas y los conceptos, los conocimientos, etc…- la evolución tiene el mismo mecanismo, o se mejoran, o empeoran, pero nunca desaparecen.

Y como esto no es un comienzo ni un fin, se podría expresar en clave científica como transformación, aunque he elegido llamarla transmutación por el matiz este de "algo de poco valor" hacía algo de "mayor valor".

Un momento, no diría en este caso que de "poco valor", más bien, de "menor valor".

¿Para que esta transmutación? Para mejorar.

  • … y también para dar ejemplo
  • … para aplicarme mis propias convicciones
  • … porque de cuando en cuando hay que renovarse (o morir)
  • … porque es sano
  • … porque de cuando en cuando conviene hacer el esfuerzo de conseguir pasar a un nivel superior (aunque siempre tengamos la inquietud de caernos en el intento)

Y también, PORQUE PUEDO.


A partir de ahora estoy ya en . . .



lunes, 29 de noviembre de 2010

¿Te lo puedes creer?

Si hay algo de lo que podamos dudar, sin lugar a dudas es de las creencias.

Una de las facetas del ser humano que más han abordado los filósofos y los científicos ha sido la relación entre el hombre y la percepción de su entorno y su vivencia, entrando en campos tan complicados como la representación de la realidad, la validez de la información captada por los sentidos, la interpretación de dicha información y las reacciones a dichas interpretaciones.

A estas alturas (de la historia) todavía andamos a vueltas con esto, teniendo cada más información pero sin conclusiones definitivas. En tanto esto ocurre, la mayoría de la humanidad de por bueno lo que otros humanos dicen haber interpretado, ya sea en tiempos pretéritos, ya sea en tiempos actuales. Son los conocidos como profetas, enviados divinos, iluminados, líderes tocados por la verdad, etc.

Las creencias, en el ámbito individual de cada persona, es un complejo sistema de ideas fijas, que apuntala a la persona en lo que a la interpretación de la realidad se refiere. Sirven para ser usadas de varemos o para resolver dudas o problemas si estos se plantean.

Estas las vamos coleccionando y reforzando desde nuestra tierna infancia y nunca dejamos de hacerlo.

Si nos damos cuenta, es un sistema básico para aprender, de tal forma que todo aquello que nos llega (experiencias, información, conceptos), y no rechazamos, pasa a formar parte de nuestra colección.

Hay de muchos tipos, pero básicamente se pueden segregar en dos categorías: las que nos ayudan en nuestro desarrollo como personas felices y plenas, y las que nos dificultan dicho desarrollo.

Cuando llegaron a nosotros entraron por dos frentes: uno es nuestro propio sistema de interpretación de lo percibido, el otro, lo que nos han dicho y que hemos aceptado como tal.

Empezare por el segundo. En este sistema de recolección de creencias, existen otras dos subcategorías, las creencias probables y las creencias improbables. Las probables, son aquellas que, como dice la propia expresión, se pueden probar por métodos científicos, y cuyo sistema de validación es, a su vez, verificable. Las improbables, son a su vez todo lo contrario, no son verificables en ningún caso, y solo se pueden mantener como tales en base a lo que llamamos “fe”. Lo más curioso es que esta última subcategoría genera creencias, en base a otras creencias, igualmente indemostrables. Y así hasta el infinito.

Pero eso no es todo, pues muchas de las creencias que entran por nuestro propio sistema de lo percibido, son interpretadas por creencias indemostrables, que van formando en nuestro sistema interno, un amasijo complicado de seudo-verdades por las cuales nos regimos y, en correspondencia, actuamos.


Limpiar y actualizar ese sistema de creencias, es una tarea necesaria sin la cual las personas no pueden crecer. Aunque bien pensado, esta afirmación es una creencia.

¿Te lo puedes creer?

viernes, 22 de octubre de 2010

La personalidad falsa

Como ya apunte en un artículo anterior, se asocia la suerte y el destino con la manera de comportarse, creyendo que ambos son consecuencia de la personalidad, cuando en realidad esa “personalidad” es un montón de manías, creencias caducas, hábitos negativos y poses artificiales.

Esto es a lo que yo llamo la “personalidad falsa”.

Conozco algunas personas (aunque me consta que hay muchas más que tienen esta creencia), que afirman rotundamente, que sus comportamientos violentos, depresivos, pasivos, angustiados, ansiosos, posesivos o maniáticos, forman parte de su personalidad.

Después dan por zanjada la cuestión, pues entienden que la personalidad es algo inamovible, absoluto en si mismo, definitivo, y, por supuesto, irrepetible. Es decir, intocable, y en ningún caso discutible.

Realmente, lo que estas personas no saben (o no se atreven a saber) es que la personalidad es un concepto más flexible y cambiante de lo que piensan, es más, la definición de personalidad es todavía algo vivo y abierto entre los entendidos y expertos mundiales.

A nivel coloquial, me quedo con esta definición que resume bastante bien lo que la mayoría de la gente entiende por personalidad:

Combinación única de los rasgos de una persona

Es verdad que en muchas de las definiciones de expertos se repite una característica, la duración en el tiempo. Lo que parece es que, en ningún caso, la personalidad sea algo definitivo e inamovible.

Como puede ser algo inamovible si las personas somos seres complejos, cambiantes, sociales, y evolutivos.

Verdaderamente ¿Se puede mantener que siempre somos iguales, es decir, que somos la misma persona que hace dos días, por ejemplo? Físicamente, no somos la misma persona de ayer, aunque a simple vista no se note. Nuestras células no son las mismas. Unas han desaparecido, otras se han creado. Psicológicamente, tampoco somos la misma persona. Desde hace dos días hasta ahora hemos elaborado un montón de ideas en nuestra mente, hemos soñado, hemos sentido emociones, nos hemos comportado de varias formas y hemos utilizado otro tipo de recursos mentales. Todo ello ha producido un impacto en nuestras creencias, conceptos y valores que hace que nuestros comportamientos y relaciones hayan variado, pero claro, a simple vista tampoco se nota.

¿Qué hay entonces en esas afirmaciones rotundas sobre la personalidad?

Generalmente hay una postura defensiva ante los demás, ante la vida, ante el cambio. Es bien sabido que el miedo es producido por la necesidad de defenderse para preservar la vida. Esta en nuestra herencia genética y reside en la parte del cerebro que llamamos “cerebro reptiliano”, la parte de nuestro cerebro más antigua y en la que residen las emociones y el instinto de supervivencia.

Pero ¿Es realmente necesario hoy preocuparse por preservar la vida, al punto que lo hacían nuestros antepasados animales? En general, no, a no ser que se viva en zona de conflicto armado con un alto nivel de violencia. Para el resto de mortales que viven en zonas sin conflicto, en sociedades estructuradas y pacificas, el miedo lo es a la incertidumbre. Hemos cambiado el miedo al depredador (que nos puede comer) por el miedo al “que pasara”, o “que será de mi”.

Para combatir ese miedo, la persona puede hacer varias cosas, desde las reacciones conscientes a las inconscientes, dependiendo de la educación recibida y de los recursos adquiridos.

Las reacciones conscientes ante la incertidumbre son, salvo casos excepcionales, mesuradas y reflexivas, y buscan la eliminación del miedo, analizando y evitando sus causas.

Las reacciones inconscientes son, por el contrario, inmediatas y no reflexivas. Hay que tener en cuenta que el inconsciente reacciona de forma automática en base a patrones preconcebidos, en los cuales no se miden las consecuencias a medio plazo, sino que pretenden “salvar” sin más a la persona.

Si la persona en cuestión prioriza sus reacciones inconscientes sobre sus reacciones conscientes, tendrá un comportamiento reactivo ante cualquier cuestión que se le plantee, poniéndose a la defensiva rápidamente y reaccionando hacía los demás con violencia o con pasividad, y hacía si mismo con ansiedad o con hábitos destructivos.

Después, para justificarse ante su entorno social, achacará su reacción, es decir, su comportamiento ante la situación planteada, a su personalidad.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Septiembre


Hay dos momentos de carácter anual que nos sirven, o nos incitan tal vez, a hacer cambios en nuestras vidas: el cambio de año y la vuelta de las vacaciones.

En el primer caso es coincidente para todo el mundo, pues el año cambia para todos a la vez. En el segundo caso, por mayoría, este momento se da en el mes de Septiembre.

El compromiso de cambio al pasar de un año a otro se produce por que asumimos que se acaba un periodo y empieza otro, lo que nos invita a depositar en el año que acaba, aquellas cosas que no nos gustan, y a su vez nos propone iniciar aquellas que nos parecen necesarias, para el año que empieza.

El retorno de las vacaciones “grandes”, aquellas en las que acumulamos más tiempo fuera de la rutina diaria, nos trae un montón de nuevas ideas, las cuales hemos ido iniciando y asentando durante nuestro periodo de vacaciones.

Pero ¿A que se debe que vengamos con ideas de cambio cuando volvemos de vacaciones?

Básicamente a varios factores principales, y que ordeno por importancia, según mi criterio:

  • Pasamos más tiempo con nosotros mismos, es decir, tenemos más tiempo para pensar
  • Se dan situaciones especiales que no se dan el resto del año
  • Conocemos a otras personas u otras formas de vivir
  • Pasamos más tiempo con familia y amigos
  • La tranquilidad y el relax (lo que también podemos apuntar como falta de prisas o de agobios) nos hacen ver las cosas de otra manera
  • El desplazamiento a otro punto geográfico
  • El cambio de la pauta horaria
  • Otras de carácter minoritario

En resumen, llegada la tan famosa “vuelta de vacaciones” por aquello del estrés post-vacacional, la mayoría de la personas se ha propuesto algo que piensa mejorará su vida.

Desde una simple limpieza del trastero, hasta el cambio de profesión, pasando por un compromiso de boda, un divorcio, la puesta en marcha de un negocio o el cambio de los muebles del salón.

Lo curioso es que en muchos casos las decisiones tomadas, no obedecen en sí a una necesidad concreta, sencillamente son reflejo de la necesidad de cambio (a mejor) que nos asalta cuando hemos podido encontrarnos con nosotros mismos (y nuestra circunstancia).

Realmente tenemos propósito de mejora y en muchos casos lo llevamos a cabo de forma más o menos ordenada, cambiando nuestro entorno porque pensamos que es lo que necesitamos.

En el fondo, esa necesidad de cambio que nos acomete solo se podría satisfacer plenamente si dicho cambio se produjera en nosotros. Con ello eliminaríamos nuestros enfoques mezquinos o acomodaticios, los malos hábitos, las creencias que nos arruinan la vida, el descontrol sobre nuestra vida, etc.

Pero claro, como pasa en muchos (demasiados) casos, se asocia la suerte y el destino con la manera de comportarse, creyendo que ambos son consecuencia de la “personalidad”, cuando en realidad esa “personalidad” es un montón de manías, creencias caducas, hábitos negativos y poses artificiales.

Pero sobre la “personalidad” falsa hablaremos en otra ocasión.


jueves, 22 de julio de 2010

El ejemplo de la Roja

Desde el momento que la selección española de fútbol se ha alzado con el título de Campeona del Mundo, he ido recogiendo opiniones de muchas personas, no relacionadas directamente con el mundo del deporte o con el periodismo, y prácticamente todas coincidían en resaltar la manera de ganar el Mundial.

¿Y como calificaron esa "manera"? Pues la calificaron como "vistosa", auténtica", "elegante", "bonita", "precisa", etc... En definitiva, expresaron que la selección de España no solo consiguió nominalmente el título, sino que consiguió, también, mostrar el resto del mundo como ganar jugando bien (lo que los brasileños llaman "jogo bonito"), y que para todas aquellas personas (españoles o no) que estaban al lado de la selección, ha sido un motivo de orgullo.

Además, para todo el mundo ha sido una lección positiva.

Esto me llevado a reflexionar sobre las claves de este caso, que paso a describir:

  • Confianza
  • Desde que la selección ganó en la pasada Eurocopa el partido ante Italia, se rompieron tres barreras psicológicas...
    1. Por fin pasamos a cuertos de final
    2. Por fin ganamos en los penaltis
    3. Por fin ganamos a Italia
    Esto a supuesto que, vencidas las creencias limitantes en la historia de la selección española, la sensación de poder obtener el máximo objetivo a cundido entre los jugadores, lo cual se ratificó en los partidos amistosos anteriores al Mundial, ganando a selecciones de alto nivel.

  • Trabajo
  • Como no puede ser de otra forma, nada se consigue sin esfuerzo. Sin venir a cuento la cantidad necesaria de esfuerzo, pues esto varía con cada caso, la necesidad de prepararse, planificar, estudiar técnicas, tácticas, mejorar el estado físico, en resumen, dedicarle horas y horas al objetivo, da como mínimo un resultado más que aceptable.

  • Humildad
  • Empezando por el entrenador (o es posible que gracias a el), siguiendo con el cuerpo técnico y acabando con los jugadores, la actitud tomada a sido la de respeto (no miedo) por el contrario y absoluta falta de prepotencia. Poniendo el énfasis y la energía en la preparación mental propia, y evitando especular sobre los rivales, se consiguieron dos cosas, pasar (relativamente) desapercibidos y centrar la atención (propia y de los medios de comunicación) en el objetivo que era ganar a los rivales, nada más.

  • Concentración
  • Si el objetivo era uno, había que centrarse a partir del final de la Liga Española en conseguirlo, para lo cual, lo primero, es concentrarse física y emocionalmente en el mismo. En este punto, se puede decir, que casi como la mayoría del resto de los equipos.

  • Trabajo en equipo
  • Un detalle a destacar es que en la vuelta de la Eurocopa, España entera descubrió que la selección nacional, además de un grupo escogido de deportistas del balón, eran también un grupo de amigos y una "piña" para lo que fuera. En este caso la labor de los porteros, Iker casillas como capitán, y sobre todo Pepe Reina, ha sido fundamental, pues en base a bromas, charlas internas, y otros elementos han conseguido hacer un grupo muy cohesionado y equilibrado.

  • Secuencialidad
  • Para conseguir un gran objetivo, la mejor manera es dividir el camino a recorrer en metas intermedias. La consecución del título mundial se ha conseguido considerando que, a partir del partido contra Suiza, cada partido era una final, tal y como lo expresaron el entrenador y algunos jugadores. Consiguiendo cada objetivo intermedio se conseguía el objetivo final.
    También es importante reseñar que el equipo se centraba solamente en la superación del siguiente partido, y no pensaba en los demás, para no perder concentración ni energía.

  • Mentalización
  • La labor del entrenador y de otros técnicos que le asistían, ha consistido en mentalizar a la plantilla de cual era el objetivo, de como conseguirlo, del uso de la deportividad y el juego limpio, de la importancia del juego de grupo sobre el juego individual, etc...

  • Oportunidad
  • Tanto en la pasada competición entre selecciones, también celebrada en Sudáfrica, en la cual se perdió contra Estados Unidos, como en el primer partido contra Suiza, se indico por parte del seleccionador que había que tomarse ambos partidos como una "buena oportunidad para mejorar". Esta es la forma positiva de entender los problemas: no dejándose arrastrar por ellos, entrando en el desánimo y el fatalismo, sino tomándolos como unos "dolorosos" consejos de los cuales sacar conclusiones positivas. Como así se hizo.

  • Autenticidad
  • Aun en los momentos de duda, sobre todo después del partido contra Suiza, la selección no ha perdido su sistema y a continuado con la misma forma de jugar que la hace diferente y especial, de la cual tiene numerosas muestras de validez desde hace aproximadamente tres años, que es cuando se empezó a consolidar el actual grupo de jugadores bajo la batuta de Luis Aragonés.
    Mantener la personalidad en la forma de actuar, sabiendo que dicha formula esta probada y es efectiva, es fundamental ante la consecución de cualquier objetivo.
    Ser uno mismo, sin dejarse influir por modas o tendencias, es casi siempre una factor de éxito.

martes, 15 de junio de 2010

El juego de la vida

Decía Josh Billing (un humorista estadounidense del siglo XIX) que "La vida consiste no en tener buenas cartas, sino en jugar bien las que uno tiene".

¿Cuanta gente hay esperando buenas cartas y que por ello no juegan? ¿Cuantos hay, que como no han recibido una buena mano, se han retirado de la partida?

Bien visto jugar una partida de cartas es como vivir. Se entra en la partida (nacer) y te dan una mano de cartas (tus recursos naturales), juegas contra otros (tus miedos, tus limitaciones), puedes seguir jugando mientras tengas con que apostar (mientras mantengas tu salud y dure tu vida), y tienes que descartarte, apostar o no ir en esa vuelta (tomar decisiones). Al final puedes ganar o no ganar, pero si has administrado bien tus cartas y tus recursos, puedes volver a intentarlo.

Lo que impresiona de este símil es comprender que esperar “las mejores cartas” es como esperar conseguir objetivos (o felicidad) por medio del azar. Algo totalmente improbable, que puede, a la persona que así piensa, mantenerla en un modelo de vida "vegetativa", entreteniendo su conciencia, evitando que tome las riendas de su destino, es decir, evitando jugar sus cartas.

Y tu ¿Como juegas tus cartas? (si es que las juegas).

martes, 25 de mayo de 2010

El valor y el precio

Decía Antonio Machado... "Todo necio confunde valor y precio".

VALOR

Podemos limitarnos al entorno de lo económico, pero realmente donde esta máxima tiene una aplicación más consistente es en el entorno de la vida personal. Más concretamente en la valoración como potestad de las personas para entenderse con su entorno.

Cuando conocemos algo habitualmente le damos un "valor". En principio, este valor no es objetivo ni cuantificable. Suele ser una medida personal relacionada con la "escala de valores" que cada persona se va formando durante el transcurso de su vida. Es algo así como el sistema métrico decimal individual e intransferible; la lista de lo que para cada uno es valioso, y lo que no lo es.

Ya desde nuestra infancia, deseamos algo porque nos resulta valioso o lo despreciamos por lo contrario. Por ejemplo, un niño de pocos años ante un juguete se plantea varias posibilidades lúdicas y de aprendizaje, por lo cual, ese objeto pasa a tomar un alto valor para el. ¡OJO! No es que el niño haga esto de forma consciente, lo hace de forma instintiva movido por sus mecanismos de crecimiento. Este funcionamiento se basa en procesos de recompensa. Cuando el niño se divierte se ve recompensado en su cerebro por sensaciones placenteras, entonces relaciona ese objeto con la sensación de placer. En su desarrollo este niño prefijará esta relación e ira dando forma a su "escala de valores" básica que ira completando con otras "valoraciones" ya no meramente físico-emocionales.

Más adelante se integrarán valores estructurales obtenidos directamente de sus padres. A continuación vienen los valores sociales desde el entorno familiar (hermanos, abuelos, otros familiares) o desde el entorno escolar (profesores y compañeros).

En última fase se incorporan valores intelectualmente complejos fruto de la elaboración de teorías en base a experiencias y conocimientos

PRECIO

El precio, en principio, no tiene que ser explicado, aunque, por poner en común denominador, veamos que dice el Diccionario de la Real Academia de la Lengua. En su acepción primera es "Valor pecuniario en que se estima algo".

De lo cual podemos deducir que el precio es un valor más; uno de tantos. Que es un valor cuantitativo (de cantidad). Que no es un valor personal, o dicho de otra manera, humano. Este concepto está relacionado con las cosas.

CONCLUSIONES

Extraigo dos conclusiones principales:
  • Que las personas tienen valores, pero las personas no son sus valores, ni solo un valor, por lo tanto, las personas ni son, ni tienen precio.
  • Que cada cosa puede tener el valor que queramos darle (mucho, poco, nada) dependiendo de cada valoración subjetiva, y también, puede tener el precio que queramos darle (en euros, en dólares o cualquier sistema monetario), pero ambos conceptos no son correlativos, pues si el precio es posible acordarlo entre muchas personas, el valor que cada persona le da a una cosa es tan diverso como personas hay.

¿Y sobre aquello que no son personas o cosas (la justicia, el amor, la libertad)? ¿Tienen precio? ¿Tienen valor? … pero esto ya es otra reflexión.

lunes, 26 de abril de 2010

Fanatismo y cambio

Fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema.

Winston Churchill

Me llama la atención profundamente esta máxima de Churchill sobre todo por un matiz que considero revelador. Se trata de la expresión "no puede".

No soy partidario de considerar que una persona no pueda cambiar de opinión. Creo firmemente por razones lógicas y empíricas que el cambio en las personas es natural y permanente. Por lo tanto también creo que la persona que no cambia es porque está haciendo el esfuerzo de mantener inamovible una postura, idea o comportamiento a lo largo del tiempo. De forma natural, vivir supone una constante y silenciosa evolución, que implica, no solo a nuestro soporte material -el cuerpo humano- sino también a nuestra mente. Tal es así que no entenderíamos (no entendemos) que una persona de cuarenta años piense como un adolescente de quince, excepto si es causa de alguna cuestión patológica. Normalmente cada etapa de la vida conlleva una determinado enfoque vital acorde con las naturales pulsiones de desarrollo y supervivencia, en unos casos más acusadas y en otros menos. Para eso están las hormonas, las encimas y otros tipos de mecanismos biológicos que conforman los comportamientos y los mediatizan.

Ahora bien, está definitivamente demostrado que la influencia de la química de nuestro cuerpo y su influencia en nuestro cerebro, y por consiguiente en nuestro comportamiento y percepción del mundo, tiene también recorrido en sentido contrario. Las percepciones, la interpretación de la realidad y las vivencias que una persona tiene desde su nacimiento, influyen en el organismo de esa persona; esto es algo que conocemos como somatización.

Retomando el tema inicial del "no puede", abundo en dos aspectos.

  • Si realmente me llamó la atención esta frase es porque la primera vez que la leí mi mente me jugó una mala pasada y su lectura fue "Fanático es alguien que no quiere cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema". Debió de ser a causa de que la interpretación objetiva que apliqué entonces no terminaba de convencerme y mi subconsciente decidió "aclarármelo". Después, a sabiendas de que alguna pieza no encajaba, volví a releer la frase, ya sin distorsión. Mi conclusión es que el hombre, sí puede cambiar de opinión (como ya dije antes), pero entonces Sir Winston, debía de referirse a la imposibilidad de cambio por razón de la sociedad, la familia y sobre todo, del miedo.

  • Cualquier cambio, del tipo que sea, tiene un fin primigenio que es el de evolucionar "a mejor". Es por ello que la naturaleza del hombre le empuja a desarrollarse cambiando, dejando lo que no sirve y añadiendo lo que sirve. Es nuestro destino natural. No seguir en esta línea nos lleva al estancamiento, y por ende, a la decadencia o degradación. En este último caso es cuando se produce lo que podríamos llamar, "un cambio a peor". Por ello, si no queremos decaer, debemos asumir los cambios con naturalidad, y si esto nos produce vértigo o inestabilidad –algo que es normal e inherente a los cambios-, tendremos que hacerlos, sobre todo, con cabeza, y llegado el caso, con asistencia de alguien que nos pueda ayudar.

jueves, 25 de marzo de 2010

El Problema


Hace un tiempo, me comentaba una persona la mala suerte que creía tener en la vida pues repetidamente se le daba una situación, y repetidamente volvía a hacer lo mismo, con el mismo resultado desastroso. Su punto de vista se basaba en la mala suerte, es decir, que si la vida fuera una partida de cartas, a esta persona siempre le daban malas cartas.


Después de varias sesiones de coaching, empezó a tomar en consideración la posibilidad de que la repetición de ciertos comportamientos fuera la causa de los resultados desastrosos. Fue entonces cuando en un momento de paciente meditación, me dijo:


- … esto me hace pensar que el problema soy yo.


La reflexión que propuse fue esta:


- Si, exactamente. Eso es del todo cierto. Ahora bien, te voy a dar dos noticias. Una buena y una mala. Empecemos por la mala...


… tú eres el problema para casi todas las cosas de tu vida que se refieran a ti.


Ahora la buena...


… afortunadamente, si tú eres el problema, eso te da la posibilidad de solucionarlo.


Para no dejar esto en barbecho, vamos a profundizar un poco más en estas aseveraciones.


Podemos afirmar con rotundidad que la libertad de acción (LdA) y la libertad de pensamiento (LdP), son bastante desiguales. La primera está mucho más restringida que la segunda, digámoslo así, por razones físico-químicas. Seguramente mucha gente piensa que de la primera -LdA- no hay casi y que de la segunda -LdP- sobra. Seguramente pensarán también, que teniendo mucho de la segunda y poco de la primera no hay posibilidad de progresar o de tomar las riendas de la vida. Pensarán, también, que si sus opciones de acción son limitadas por causa de falta de recursos, de imposiciones externas o de otras razones, poco pueden progresar. Esto les lleva a tirar la toalla y a no plantearse escenarios no conocidos. Es decir, no plantearse cambios.


No es fácil hacer ver a alguien más allá de su entorno. Esto puede pasar a causa de la comodidad, el miedo, la ignorancia o la pérdida de interés. En esta situación, la persona da por "buena” su limitación de acción. En cambio, en la gran mayoría de los casos, no cree que esta limitación pueda estar en sus creencias, en sus puntos de vista, en su manera de ver el mundo y de interpretar lo que le rodea. Esto hace desarrollar en esa persona un mecanismo de defensa. Para ser coherente con su asumida limitación de acción, lo que hace es externalizar el problema, es decir, achaca a factores fuera de su voluntad esa falta de libertad de acción. Piensa en consecuencia que el problema no está en él, no es él, el problema está en... el otro, o los otros, el gobierno, el mercado, la familia, el jefe, la empresa, el tráfico, la sociedad, etc..


Gracias a ciertas terapias de desintoxicación, y en concreto con el método de Alcohólicos Anónimos, podemos conocer un caso práctico. Como sabe casi todo el mundo, sobre todo por la televisión o el cine, los componentes de los grupos de terapia de A.A., inician su turno de palabra con la siguiente presentación "soy Fulanito/a de Tal, y soy alcohólico/a”.


Son estos métodos de desintoxicación donde se vio la necesidad de hacer entender que para acometer con un mínimo de éxito la solución a un problema personal –de la persona- el primer paso que había que dar era reconocerlo como propio, hacerse uno con el problema y así evitar ponerlo en el exterior, como si el problema fuera de otros, o del ambiente.


Esto tiene otra función. Al reconocer el problema como propio, se asume implícitamente que la solución es de la propia persona. Claro, con ayuda, apoyo y supervisión, pero aceptando ser el protagonista de la búsqueda y resolución del problema.


Curiosamente esto provoca otra situación paradójica, asumir que se tiene libertad suficiente –lo que a veces es bastante- para elegir otras acciones o posibilidades, y optar por ellas, y no por los ya conocidos caminos que llevan al fracaso o a la decadencia.


Podemos de esta forma resolver, que asumir nuestros problemas, nos hace ser responsables de ellos, es decir, de nosotros. Ser responsables nos transforma de tal forma, que nos hace resolver nuestros problemas –o acaso precisamente por eso. Esto supone elegir mejores opciones. Elegir, entonces, nos induce a ser libres.


miércoles, 24 de febrero de 2010

El Poder de la Palabra ( y III )


Los formatos interpersonal e intrapersonal son a fin de cuentas, los dos tipos de comunicación que tanto el consciente como el inconsciente tienen con el mundo

De ambos se enriquecen las personas, pues son la base del aprendizaje de habilidades, de la obtención de conocimientos, de la obtención de sensaciones y de la elaboración de los propios patrones e ideas.

Ahora bien, siendo todo lo anterior positivo en si mismo, es necesario un factor determinante para que la persona que ya ha obtenido esas cualidades (habilidades, conocimientos, sensaciones e ideas) pueda hacer con ellas algo positivo para si y para el mundo que la rodea.

Este factor determinante es el equilibrio entre el consciente y el inconsciente.

Se entenderá mejor con varios ejemplos.

  • Seguramente el lector de este artículo conoce a alguien que siendo titulado superior, con amplios conocimientos académicos, con cultura y habiendo podido acceder a una educación amplia, es una persona sin éxito en la vida o incluso, con un alto grado de fracaso personal o profesional.

  • Otro ejemplo. Noticias recientes en las cuales una persona asesina a otra por razones varias (que no vienen al caso); entonces un reportero de televisión pregunta a las personas de su entorno por la posible “causa” del asesino, y estas contestan sin dudarlo “quien lo iba a decir, con lo educado/a que era” o “si era una bellísima persona”. Atención, lo que antes era ahora ya no lo es.

  • Un último ejemplo. Un padre de familia que tiene un trabajo aceptable, con un sueldo aceptable, una familia corriente con sus problemas corrientes, pasado un tiempo y en un momento dado, por razón de algún detonante sin importancia (una gripe, que su equipo perdió la liga, una discrepancia sobre donde ir de vacaciones, etc.) decide romper drásticamente con esa vida y se “traslada” sin decir nada ni a nadie para empezar una nueva vida. Lo que popularmente se decía “me voy por tabaco”.

El nexo común en estas situaciones no está en la casuística, pues es evidente que son reacciones muy distintas, está en el desequilibrio consciente/inconsciente de las tres.

En todos estos casos, la preeminencia de uno sobre otro producen a medio o largo plazo el conflicto que provoca en algunos casos el desastre personal, en otros la infelicidad y en la mayoría el desasosiego.

Y ¿Esto por que? Veamos.

  1. Si el consciente predomina sobre el inconsciente, a priori, no tiene que haber problema; la persona se comportara de manera reflexiva, muy racional y con todos los pasos de sus vida muy calculados, pero esto puede tener dos consecuencias negativas:

    1. Si se mantiene en esa línea de por vida, excesivamente rígida, la convivencia con otras personas se llegar a hacer muy complicada. Incluso para convivir con ella misma pues permanentemente tendrá que estar reprimiendo sus deseos y necesidades lo que la lleva a un estado de permanente ansiedad.

    2. Llegado un momento de su vida la “represión” permanente del inconsciente hace que este explote de la manera menos esperada y de forma; casi siempre, desgraciada.

  2. En este segundo caso la libertad de acción del inconsciente, hacen que la persona sea poco reflexiva, muy dada a decir o hacer lo primero que le apetezca o le venga a la mente. En este caso también puede haber varias consecuencias:

    1. Este tipo de persona tendrá desordenes de comportamiento, de relación con su entorno, pero podría mantener una normalidad de vida si encuentra personas y entornos que le consientan y le justifiquen esos comportamientos.

    2. Si no encuentran entornos propicios para su comportamiento antes o después acaban por marginarse (esto no significa que tengan que llegar a la marginación social extrema como la mendicidad, aunque también), o por caer en consumos autodestructivos.

Como en la mayoría de las cosas en la vida, el punto idóneo esta en el equilibrio, y este no significa que la preponderancia psíquica de una persona este repartida al 50% entre consciente e inconsciente.

¿Pero como? Ajustando cada poco tiempo el equilibrio entre sus dos yoes para que el sujeto sea capaz de variar sus comportamientos y creencias en relación con cada situación en la que vive, teniendo como fin principal hacer lo mejor para ella y para su entorno.

En definitiva, asumir positivamente el cambio y adaptación a la circunstancias de manera permanente.