miércoles, 24 de febrero de 2010

El Poder de la Palabra ( y III )


Los formatos interpersonal e intrapersonal son a fin de cuentas, los dos tipos de comunicación que tanto el consciente como el inconsciente tienen con el mundo

De ambos se enriquecen las personas, pues son la base del aprendizaje de habilidades, de la obtención de conocimientos, de la obtención de sensaciones y de la elaboración de los propios patrones e ideas.

Ahora bien, siendo todo lo anterior positivo en si mismo, es necesario un factor determinante para que la persona que ya ha obtenido esas cualidades (habilidades, conocimientos, sensaciones e ideas) pueda hacer con ellas algo positivo para si y para el mundo que la rodea.

Este factor determinante es el equilibrio entre el consciente y el inconsciente.

Se entenderá mejor con varios ejemplos.

  • Seguramente el lector de este artículo conoce a alguien que siendo titulado superior, con amplios conocimientos académicos, con cultura y habiendo podido acceder a una educación amplia, es una persona sin éxito en la vida o incluso, con un alto grado de fracaso personal o profesional.

  • Otro ejemplo. Noticias recientes en las cuales una persona asesina a otra por razones varias (que no vienen al caso); entonces un reportero de televisión pregunta a las personas de su entorno por la posible “causa” del asesino, y estas contestan sin dudarlo “quien lo iba a decir, con lo educado/a que era” o “si era una bellísima persona”. Atención, lo que antes era ahora ya no lo es.

  • Un último ejemplo. Un padre de familia que tiene un trabajo aceptable, con un sueldo aceptable, una familia corriente con sus problemas corrientes, pasado un tiempo y en un momento dado, por razón de algún detonante sin importancia (una gripe, que su equipo perdió la liga, una discrepancia sobre donde ir de vacaciones, etc.) decide romper drásticamente con esa vida y se “traslada” sin decir nada ni a nadie para empezar una nueva vida. Lo que popularmente se decía “me voy por tabaco”.

El nexo común en estas situaciones no está en la casuística, pues es evidente que son reacciones muy distintas, está en el desequilibrio consciente/inconsciente de las tres.

En todos estos casos, la preeminencia de uno sobre otro producen a medio o largo plazo el conflicto que provoca en algunos casos el desastre personal, en otros la infelicidad y en la mayoría el desasosiego.

Y ¿Esto por que? Veamos.

  1. Si el consciente predomina sobre el inconsciente, a priori, no tiene que haber problema; la persona se comportara de manera reflexiva, muy racional y con todos los pasos de sus vida muy calculados, pero esto puede tener dos consecuencias negativas:

    1. Si se mantiene en esa línea de por vida, excesivamente rígida, la convivencia con otras personas se llegar a hacer muy complicada. Incluso para convivir con ella misma pues permanentemente tendrá que estar reprimiendo sus deseos y necesidades lo que la lleva a un estado de permanente ansiedad.

    2. Llegado un momento de su vida la “represión” permanente del inconsciente hace que este explote de la manera menos esperada y de forma; casi siempre, desgraciada.

  2. En este segundo caso la libertad de acción del inconsciente, hacen que la persona sea poco reflexiva, muy dada a decir o hacer lo primero que le apetezca o le venga a la mente. En este caso también puede haber varias consecuencias:

    1. Este tipo de persona tendrá desordenes de comportamiento, de relación con su entorno, pero podría mantener una normalidad de vida si encuentra personas y entornos que le consientan y le justifiquen esos comportamientos.

    2. Si no encuentran entornos propicios para su comportamiento antes o después acaban por marginarse (esto no significa que tengan que llegar a la marginación social extrema como la mendicidad, aunque también), o por caer en consumos autodestructivos.

Como en la mayoría de las cosas en la vida, el punto idóneo esta en el equilibrio, y este no significa que la preponderancia psíquica de una persona este repartida al 50% entre consciente e inconsciente.

¿Pero como? Ajustando cada poco tiempo el equilibrio entre sus dos yoes para que el sujeto sea capaz de variar sus comportamientos y creencias en relación con cada situación en la que vive, teniendo como fin principal hacer lo mejor para ella y para su entorno.

En definitiva, asumir positivamente el cambio y adaptación a la circunstancias de manera permanente.