jueves, 15 de octubre de 2009

El Engaño


Hace ya tiempo que me produce curiosidad una característica del ser humano: el engaño.


Esa curiosidad es debida a que siendo algo habitual y de uso corriente -en algunos ámbitos más que otros-, las sociedades, y las personas que las formamos, han estigmatizado y perseguido este tipo de comportamientos en pro del equilibrio social, el progreso y el desarrollo del ser humano.


Con todo, y pese al avance de la civilización, no se puede decir que se halla conseguido un gran avance en este aspecto. Y me viene una cuestión a la mente ¿Para que el engaño?.


Para empezar a tirar de algún hilo, consulto del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. El vocablo "engaño" te remite a "engañar". De esta última palabra se dice en una de sus acepciones:


"Inducir a alguien a tener por cierto lo que no lo es, valiéndose de palabras o de obras aparentes y fingidas"

De esta no podemos deducir causalidad... pero, hay otra que dice:


"Cerrar los ojos a la verdad, por ser más grato el error"

Aquí si se puede percibir una causa, ".. por ser más grato el error". Se entiende que se cae en el engaño, así mismo o a otros, por una recompensa gratificante.


¿Que produce en este caso la gratificación? Posiblemente la causa es... para no hacer frente a la verdad sobre algo o alguien, que se presupone, debe ser más ardua y dura.


Y bien, si esto fuera así de simple, ¿Por que no engañarse permanentemente, sin cargo de conciencia, y sin estigma social o personal? La respuesta nos remite al inicio de este artículo. Para poder tener equilibrio social, progreso y desarrollo del ser humano.


La verdad, si la tomamos en términos absolutos puede llegar a perder sentido, pues siempre habrá una teoría o formula científica que la cuestione aunque sea a nivel de física cuántica. Para poder transitar en común con este concepto, nos referiremos como verdad en términos relativos, es decir, circunscribiendola al ámbito de referencia. De esta forma tendremos verdades científicas cuando han sido demostradas y probadas en laboratorios, verdades legales cuando han sido previamente legisladas, verdades sociales cuando han sido plenamente aceptadas, etc...


Existe en todo caso una verdad en el ámbito de la propia persona que no varía con el tiempo. Esta es la forma en la que nos comportamos y, para que lo hacemos. Y en este mundo interior y personal el engaño toma una dimensión diferente. En este caso, el engaño es ese elemento del comportamiento humano que distorsiona nuestro caminar por la senda de la integridad.


La integridad nos mantiene equilibrados y centrados en la positividad, o también en la productividad de nuestras vidas, y en el marco que supone darle un sentido a nuestra vida.


El engaño, incorporado a nuestro comportamiento pretendiendo un fin gratificante, tiene un carácter claramente destructivo. Por que ...


¿A quien engañamos, cuando engañamos, sino a nosotros?


Cuando se engaña a alguien, se provocan dos situaciones distintas:

  1. Decir a hacer algo que pretende, mediante la mentira, la obtención de un objetivo.

  2. Aunque esta es la parte practica del asunto, y aunque se consiga (o no) el objetivo, no deja de ser penoso conseguirlo sin haber llegado a el de forma positiva y abierta, es decir, sin haber ejercido la satisfacción del trabajo bien hecho.

  3. Utilizar un medio (la mentira) que inhabilita para ser responsables.

  4. Cuando se entra al uso del engaño como medio para obtener algo, se pasa a ser siervo del mismo, pues si lo que se quiere pretender es la obtención de una "recompensa gratificante" evitando las consecuencias (se supone que penosas) de la verdad, la ruptura de las reglas del juego pervierte la escena y escatima a la persona la libertad de elección, pues cada decisión que se toma a partir de ese momento no podrá ser en referencia a la "mejor opción", sino en referencia a "no destapar el engaño". Dicho de otra forma, no se asume la responsabilidad de obrar correctamente, por lo cual, se abdica de la responsabilidad, y se pasa a depender de las consecuencias que originan el engaño.


La expresión "es esclavo de sus mentiras" no nos es del todo extraña. Cuantas veces siendo niños hemos apreciado las desastrosas consecuencias finales de una mentira que, queriendo evitar un rapapolvo o un castigo, han acabado con un estado de permanente zozobra por el miedo a ser descubierto, cuando no, con un castigo mayor al destaparse la mentira (pues todo mentiroso acaba por ser descubierto, antes o después).


Y del autoengaño ¿Que?.. bien, eso será motivo de otra reflexión.


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